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¿Qué cambió hace 200 Años?

La Novena Sinfonía de Beethoven: una revolución en la música clásica.

Este año, el 7 de mayo, marca el bicentenario de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, una obra que no solo transformó la estructura sinfónica, sino que también redefinió la expresión musical y artística. El Sodre celebra este hito que honra la innovación y el mensaje universal de esta sinfonía icónica.

En este marco el viernes 10 de mayo a las 20 h el Sodre y Canal 5 transmitirán la Novena Sinfonía de Beethoven, interpretada por la Orquesta Sinfónica Nacional el 15 de octubre de 2022, bajo la dirección del maestro Nicolas Rauss.

El 7 de mayo de 1824 en Viena, Ludwig van Beethoven estrenó la Novena Sinfonía marcando un hito en la música clásica. Esta obra sigue siendo un símbolo de libertad y hermandad entre culturas, inspirándonos a fomentar la fraternidad humana en cada escucha.

Beethoven desafió las normas musicales establecidas, convirtiéndose en un símbolo del genio individual que trascendió límites y se erigió como un artista visionario de una época revolucionaria.

Tras la Revolución Francesa, el compositor incorporó el espíritu y los valores de la época, impulsando la música programática y marcando la transición hacia el romanticismo musical. Su influencia alcanzó a músicos admiradores como Brahms, Mendelssohn, Listz, Berlioz, Wagner, Mahler, entre otros.

Esta pieza desafía los convencionalismos de la sinfonía tradicional al ser la más extensa con 74 minutos de duración y con la inclusión de un coro y cuatro voces solistas en el último movimiento. Luego de un recitado por parte de uno de los solistas, el coro canta el Himno de la Alegría que fue un hecho revolucionario para la época. Inspirado por el poema La Oda a la Alegría del dramaturgo alemán Friedrich Schiller, a los 15 años Beethoven combinó diversos géneros musicales para transmitir un sentido de libertad y esperanza.

La progresión dinámica y el poderoso último movimiento resuenan en nuestros corazones y almas, recordándonos el poder duradero de la música para inspirar, emocionar y elevarnos a nuestros niveles de conocimiento.

 

Ante esta celebración el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira; el director de la Orquesta Sinfónica Nacional, Nicolas Rauss y el director del Coro Nacional, Esteban Louise le dedicaron unas palabras:

Da Silveira comenta que “es sabido que Beethoven fue un gran destructor de reglas y también se sabe que la Novena Sinfonía es una de sus creaciones más rebeldes. Casi ninguna de las normas tradicionales que debían guiar la composición de una sinfonía fueron respetadas en este caso. No se trata solo de la estructura interna o de la duración de los diferentes movimientos. Se trata de cosas todavía más evidentes para el público de la época, por ejemplo, se suponía que en una sinfonía no había lugar para un coro. Beethoven lo incluyó y lo convirtió en protagonista de los pasajes más célebres de la obra.

Desde entonces hasta hoy muchas cosas han cambiado. Por una parte, hemos perdido la capacidad de percibir hasta qué punto era rupturista lo que Beethoven hizo en aquel contexto. La Novena Sinfonía nos parece ahora música ‘normal’. Por otra parte, romper o ignorar las reglas ha dejado de tener el significado que tenía entonces.

Después de Beethoven y de Wagner, del surrealismo y del pop art, del rock pesado y del punk, ya casi no quedan reglas por romper ni formas de autoridad por desafiar. Hasta tal punto es así que el gesto se ha banalizado. Al menos en las sociedades libres, creer que se agrega valor artístico únicamente porque se rompen reglas ha pasado a ser un signo de ingenuidad cultural.

Esto nos enfrenta a algo que Beethoven tuvo muy claro desde el principio: romper reglas no es algo valioso en sí mismo. Lo valioso es apartarse de las reglas para generar efectos estéticos que no serían alcanzables dentro de un marco más tradicional. Nuestro compromiso de fondo no es con la ruptura, sino con la calidad y la expresividad. Ese camino más desafiante y complejo es el que la Novena nos sigue marcando hasta hoy”.

 

Por otro lado, Nicolas Rauss destacó que “es una obra que marca mucho, sobre todo por su himno a la alegría que es un final grandioso. La Novena tiene tres movimientos antes de ese final grandioso que considero que no se conoce lo suficiente, es una música que va muy profundo y que tiene un montón de innovaciones para escuchar. Es una sinfonía que marcó todo el mundo musical que vino después: Bruckner, Schubert, Brahms, etc.

La Sinfonía tiene dos cosas que valen la pena resaltar: ‘ese beso a todo el mundo entero’ era una época donde se idealiza mucho el mundo fraterno, un mundo donde todos estuvieran juntos, un mundo de igualdad de libertad, una obra idealista, de la época de la Revolución Francesa. La atmósfera filosófica en Europa era ese cambio de la monarquía a la democracias que se suponen iban a dar libertad y progreso. La otra idea que hay ahí, es que el texto habla de la Oda de la Alegría, –pero no estoy seguro, lo he leído y escuchado decir–, pero hay quien dice que como la palabra en ‘alegría’ en alemán se dice freude y hay una manera de decir libertad (no es la única) que es freiheit, por lo tanto se dice que la oda fue hecha para la libertad, pero en la época que lo escribió Schiller, momento de reyes, duques y condes, podría haber llegado a ser censurado, por eso uso la palabra alegría, y si se analiza la profundidad del texto, se puede llegar a concluir que fue una oda a la libertad y no a la alegría”.

 

Finalmente, Esteban Louise compartió que: “es una de las obras que más disfruto de hacer con el Coro Nacional, por la magnitud, por la importancia histórica, por la combinación de voces con instrumentos. Esta obra marcó un antes y un después. Lleva a las voces corales a su registro más agudo y más grave. Se necesita un gran coro para interpretar esta partitura, y es de una gran dificultad por todos los clímax y las estéticas que se deben abordar a lo largo de la obra”.